En 1985, nueve años después de aquellas siete apariciones, un
grupo de 120 personas conmemoraba el día de Pentecostés cuando la Madre
Santificadora entró en la Capilla que Federico había construido por solicitud
de Ella en la vereda Alto de la Virgen.
Se incrustó en su propia imagen situada en el altar y, desde allí,
vieron cuando el vidente recibió la Hostia Sagrada de manos de la Virgen.
- No
temas. Soy la Santificadora de los hijos de mi Padre. Rezad, mucho, más
profundamente de como lo habéis hecho. Ora, con los que te ayuden, por el Santo
Padre. Pues, como lobos, andan muchos
hombres tras la vida del vicario de Cristo en la tierra. Y dí siempre: «Trinidad
Santísima: Te pido por los que no creen.
Por los que no te adoran. Por los
que tienen el corazón árido como el desierto.
Por los que no esperan en ti ni te aman».
¡Cuánto aprietan las espinas que hay en el
corazón de mi amado Jesús, y en el corazón mío, por la maldad de las almas
pecadoras! Soy como paloma en tejado de casa vacía. Porque los moradores que hay en ella, parece
que no estuvieran. En vez de darme
consuelo, me lanzan piedras. En vez de
darme trigo, me dan granos vacíos. Y en
vez de agua, me dan arena. Cuando las
almas de mi Padre vienen a darme consuelo, los que deben cuidarme, me
apedrean. Que no me den nada, si no lo
quieren, pero que no ahuyenten al que quiera buscarme.
Benditos sean los ancianos de mi Padre que
cuidan de mis hijos. Benditos sean los que en mi advocación crean porque en la
casa de mi Padre hay gloria en abundancia para todos ellos. Se obediente hijo y
espera rechazos. Bendice a mi Padre.
Glorifica a mi Hijo y al Espíritu Santo. Dadme muchos rosarios con los
que te ayuden, intercediendo por las almas pecadoras. No admitas que reten tu fe. Seré tu Santificadora, y tu Santificador mi
Señor Jesucristo. Hasta el último leñazo
que te den, sopórtalo con mansedumbre, por amor a Cristo Jesús y a tu prójimo.
No hables de los secretos que te he dicho,
hasta que no te lo exijan tus superiores o tu pontífice. Pues, el primero más penitencia te
pondrá. Se obediente y sumiso. Yo estoy con él y contigo. No temas. Si no te lo exigen, mis palabras serán como
sal que se echa en la herida. Ora por el
compromiso que tienes, y conserva la paz en tu espíritu. Mas si telo preguntan, diles
que por qué la
lengua se les vuelve
un nudo para proclamarme como María Santificadora. Es
que ¿acaso, después de mi Padre y de mi Hijo muy amado, no soy yo la que
santifico a las almas que están para perderse?. Diles que ¿cuál es el título de
todas mis advocaciones sino el de Santificadora de los hijos de mi Padre?
Si mi Padre es el Señor, yo soy su hija y, a
la vez, la esposa de su Santo Espíritu:
Madre Inmaculada de su Hijo, toda sin mancha. Así que yo soy la Santificadora del
Cielo. Si mi Hijo es el Redentor, yo soy
la Co-rredentora. Y si mi Hijo es el
Santificador, yo soy la Santificadora, por gracia de mi Señor y de mi Hijo. Que
algunos no se traguen la lengua para nombrarme Santificadora de todos los
hombres. Mi Padre me santificó con la
presencia del Santo de los Santos en mi vientre. Por
tanto, soy la Santificadora, a cuyo título deben honrarme.
Desde el año 1976 he mandado unos mensajes a los ministros de la Iglesia, y casi todos le dieron la espalda a la Madre de Dios. Parece que no temen al que me envió. ¿No significa nada que haya venido como Santificadora de muchos pecadores, y mis revelaciones no tuvieron ninguna validez?. Pues bien, que miren desde el primer mensaje y se darán cuenta desde cuándo viene en desgracia vuestra tierra colombiana. También se darán cuenta de que todos los mensajes se han ido cumpliendo, por la gracia de la Trinidad Eterna.
¿Cómo es posible que viendo como varios de mis
hijos se han levantado de sus camillas, por la bondad de Cristo Jesús; y
conversiones de almas pecadoras, que vuelven a frecuentar los sacramentos, y
abundantes gracias que el Espíritu Santo derrama como lloviznas sobre el pueblo
humilde de mi Padre; todas estas cosas, y muchas más, se han quedado en
silencio como siempre?.
Benditos sean los ministros de mi Padre que
han visitado mi Santuario, porque con su presencia han recibido de los dones
que vine a traerles de parte de Jesucristo, para que sean más luz para los que
están ciegos. Pues para los encargados
de pastorear el rebaño de mi Padre fueron mis visitas y mensajes, y todavía no
los han entendido. Diles que si no consagran a Colombia a mi Corazón Inmaculado
como Santificadora, a mis pobres hijos les vendrán más desgracias, más miseria
y angustia. No porque la Divinidad
Eterna lo quiere, sino por el abandono de los hombres que como fieras andan en
los montes pestilentes del pecado. Porque la falta de oración personal y
espiritual, ha dejado un campo abierto para que el mundo entre por todas las
áreas posibles. No te dejes menguar,
habla de mi advocación con tu idioma humilde.
El Espíritu Santo les dará el don del
entendimiento a los que estén contigo.
Porque si alguien niega que estuve a tu lado, aquí en tu país como la
Santificadora de ti y de tu prójimo, también me negará como la Inmaculada
Concepción, porque son dos gracias que Dios me ha concedido y que quieren decir
lo mismo, en su orden.
Dadme muchos Rosarios a mi nueva advocación,
pidiendo la santificación de los pecadores.
No enviaré nada personal; espiritual, todo lo que me
pidan, en nombre de mi Amado Jesucristo.
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